No hay Acto Humano
neutro. Es decir, al margen de la ética, ni bueno ni malo. Todo Acto Humano
puede y debe contrastarse siempre con un orden ético determinado. No nos extrañe
que hoy se quiera excluir el Acto Humano o algunos de ellos, de toda forma de
normativa ética. Las razones para querer excluirlos se encuentran en primer
lugar, en un pragmatismo exagerado que ha llevado al hombre a medir la bondad
de sus actos por los resultados prácticos que produzcan; en segundo lugar en un
relativismo moral muy en boga en esta época y finalmente en el deseo del hombre
moderno de erigirse a sí mismo en supremo legislador universal, prescindiendo
de toda norma reguladora de su conducta, incluyendo la Ley natural, universal y
eterna. Así como las leyes físicas son parte de la Ley natural, la moral
también es parte de la Ley natural. En realidad, la moral es la Ley natural
dirigida al alma humana, en la búsqueda de la perfección del hombre.
Querer excluir el Acto
Humano o alguno de ellos del orden ético, ha traído como consecuencia, un mundo
lleno de violencia, caos, desorden, pobreza, enfermedades, desigualdades,
miserias humanas y un sinfín de problemas
más. El verdadero mal, presente en forma dramática en el mundo actual y en el
corazón de muchos hombres, tiene su raíz en la no sujeción de multitud de vidas
a la norma moral. Para que una sociedad sea sana, no basta que sus ciudadanos
cumplan formal y externamente unas normas jurídicas, promulgadas para regular
la vida social, externa, la conducta que se ve. Es necesario que los hombres
que integran esa sociedad, sujeten sus actos conscientes y libres a normas que
los constituyan por dentro en hombres de bien, virtuosos, capaces de irradiar bondad,
nobleza, sinceridad, justicia, paz.
Los actos que
realizamos es el modo en que nos movemos respecto del fin de nuestra vida. Cada
acto que realizamos nos acerca o nos aleja de ese fin, estos están dirigidos
por normas, que provienen de antecedentes culturales, costumbres y valores que
abarcan todas sus acciones, normas que no siempre tienen un contenido de valor
moral.
Los seres humanos somos
capaces de actuar en muchas formas, en cada situación y que por eso nuestros
actos son calificables moralmente. Para que un acto humano pueda ser calificado
como moralmente bueno o moralmente malo es necesario tener conocimiento de los
elementos que integran a este: objeto, intención y circunstancias; así para que
un acto sea moralmente bueno es necesario que su objeto, intención y
circunstancias lo sean también; para que un acto sea moralmente malo basta con
que alguno de sus elementos cambie. Así, los actos humanos son los únicos
moralmente calificables pues es el hombre el único ser capaz de tener el
conocimiento de su acto y de las consecuencias que emanan de él, así como tener
la voluntad de hacerlo y ser libre para elegir el realizarlo o no.
En cuanto a la
valoración de los actos según los principios o fuentes de la moralidad, hay que
tener en cuenta que el bien consiste en la posesión de todos los elementos
requeridos para la plenitud de un ser; y el mal, en cambio, en la ausencia de
alguno de ellos.
La determinación de la
bondad o malicia de los actos humanos se hace por los elementos que los
integran: El objeto, el fin y las circunstancias. Estos elementos no
intervienen todos de la misma manera, cuando determinan la moralidad de los
actos humanos buenos y la de los actos malos.
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